Ajayu en aymara significa alma, espíritu, energía y fuerza; la etiqueta está inspirada en el carnaval boliviano, patrimonio de la humanidad.
Del Valle de Aconcagua, a los pies de la Cordillera de los Andes, la uva es cosechada a mano en dos diferentes fases de la maduración para lograr un vino complejo hecho a escala humana en bajas producciones. Envejecido un año en barricas y con otro año de guarda en botella antes de salir a la venta.
Este Carmenere se distingue por su intenso color violeta. En nariz, frutos del bosque con toques sutiles de pimienta blanca propias de la variedad y notas a crema de vainilla que le otorga la barrica. En boca es fresco, largo, persistente y con taninos sedosos. Tiene borra.
Es un vino libre y feliz, desde el crecimiento del fruto hasta su embotellado se ha respetado el microclima y el entorno local para que la parra pueda expresar todas sus características en plenitud.
Sólo 1.000 botellas al año se producen de Ajayu.